A tu lado: mi eternidad

Más que la vida, me diste la razón de ella, la más bella razón quizá. No te pido que me comprendas, solo que sientas mi suave palpitar. Aquel que en cada despertar balbucea tu nombre, anhelando un segundo más que ha dado la aguja y que la vida me ha arrebatado. Porque en nuestra lejanía física, siento un silencio tan rotundo como el del desierto solitario que pide a gritos compañía, que nadie le otorga por esa paranoia estúpida tan característica del ser humano. Tú eres ese mar que con su bruma acaricia mis sentidos y los hace bailar como héroes en épocas de tempestad, como héroes de eso que ansían conquistar. Un alma valiente, arraigada a valores que la moral del mundo ha ignorado tanto. Fruto de una mente fecunda, que ve más allá, más allá que su propio horizonte. No quiere ceder, aunque una fuerza superior quiera destruirla con una corriente infame de calumnias que disfrazan la envidia y el dolor.
Ese augurio que logro sentir a su lado, tan bello y calmo, tanta paz, tanto amor, todo eso abstracto que logramos tocar con nuestras manos que juntas son lo que una a la otra, lo que tanto soñaron. Su presagio, mi presagio, todo es de ambos, porque hemos sabido seguir el paso y la sombra. Nada basta para decir basta; en este camino emprendido entre dos seres que se han encontrado para no perderse, para seguir lado a lado. Porque necias siento a palabras que quieren expresar lo sagrado del corazón de honor, de un hombre que no es más que luchador. Su tesoro no es oro, para su alma sería una sonsera, el empírico valor se encuentra en su mismo adn que se ha reproducido, para dar vida a su compañera. Mi ser se agiganta al saber que yo soy aquella, que ha podido encontrar la certeza, de que no necesita más que la mirada, el abrazo, el amor de aquel hombre; que nunca hallará el ocaso.

Para mi querido papá.