domingo, 3 de abril de 2011

Vida y pasión

Un paso, pienso, suspiro, observo. Me detengo. Miro hacia atrás, luces que me encandilan se acercan perturbando y contaminando el aire. Un aroma otoñal merodea en esa calle repleta de adoquines. En ese momento se me ocurrió lo oportuno que sería que el cielo me arrojase un papel para escribir unas líneas. Pero claro tuve que dejar mis constantes deseos ficticios y me aferre a la memoria, mi amiga más sabia. Imágenes se presentaban ante ese paisaje que mis ojos húmedos podían apreciar, no entiendo cómo… cómo pudo ser tan veloz, tan ágil. La vida, sí, pude acariciarla en un instante, logré ver toda mi vida en milésimas. Mi corazón gemía y una lágrima caía y se esfumaba con el viento. Un buen escritor decía que la ciudad y la cotidianeidad en la cual estábamos sumergidos a diario, no era el mejor sitio para que nuestro alma se inspire, pero si que era necesario, después de todo es la realidad que nos persigue incesante y a destiempo. Al ver esa foto de mi niñez en aquel monedero andrajoso, pude ver lo feliz que había sido siempre. Deje sueños atrás, perdí a personas, cambie el rumbo, tropecé, me equivoque, me lastimaron y lastimé. Pero aquí estoy, con muchos más sueños, con personas grandiosas, con un rumbo correcto, evitando las caídas, y transmitiendo amor y pasión. Hallé esa adrenalina de ver como el horizonte se va corriendo y como acelero mi paso, porque cada día me enamoro más de este mundo.
Los libros, el arte, la música, las buenas charlas, la gente querida, son mi gran motor. Por momentos siento que quizá nunca pueda encontrar un compañero, estoy tan arraigada a aquel deseo de conquistarme a mi misma. Me miro al espejo y veo tanto augurio. Uno elije quien quiere ser, ahora soy conciente y veo los frutos de aquella cosecha que la tierra me ha entregado.
Sé que esto es una porción, un fragmento de lo que palpité. Volteé la cabeza hacia delante. Entendí que esa era la dirección. Aunque… podía observar en cualquiera de ellas, todas mostraban paz y armonía, porque como diría el rosarino; Tú vida… tu vida fue una hermosa vida, y eso es verdad.